El tema de las emociones es sumamente importante para CATESFAM; la hostilidad, el resentimiento, la ira, cualquier palabra que se utilice para describirlos. Los sentimientos parecen estar íntimamente relacionados con nuestras crisis, y tal vez aún más profundamente relacionados con la enfermedad mental. Nosotros, los enfermos recuperados, estamos de acuerdo en que debemos estar alerta y cuidarnos para evitar la hostilidad, los rencores y los resentimientos.
La ira puede aparecer como: intolerancia, esnobismo, tensión, desconfianza, desdén, rigidez, sarcasmo, ansiedad, envidia, cinismo, autocompasión, recelo, odio, descontento, malicia, celos… Tal vez debemos añadir la palabra “temor” a esta lista; muchos de nosotros creemos que la ira suele ser un brote de temor. Otros sentimientos como la frustración o el resentimiento justificado hacia alguien nos afecta negativamente.
Aún si nos han tratado de manera injusta, el resentimiento es un lujo para nosotros que no nos podemos permitir. Para nosotros, todo resentimiento es autodestructivo, porque puede causar una recaída. Son sencillas las cosas que podemos hacer para evitar estos sentimientos molestos y sentirnos mejor, o al menos comprendidos y aliviados en nuestro dolor.
Por ejemplo, podemos llamar por teléfono a nuestros compañeros de Catesfam o conversar con algún terapeuta de la Fundación y expresarle lo que nos aflige. También vale la pena hacer una pausa y considerar la posibilidad de que tal vez estamos demasiado cansados y necesitamos descansar; un descanso suele disipar la rabia. O podemos practicar alguna actividad que no tiene nada que ver con la causa de nuestra ira: hacer ejercicios, o escuchar nuestra música favorita para calmar el malestar.
Para muchos de nosotros, meditar sobre las ideas que contiene la Oración de la Serenidad, nos sirve para disipar nuestra hostilidad. A menudo, lo que nos fastidia es algo que de ninguna manera podemos controlar ni cambiar, así que lo más sensato y responsable, es simplemente aceptarlo en lugar de enfurecerse en vano. Es poco aconsejable reprimir o disimular la ira. En lugar de esto, tratamos de aprender a no actuar bajo la influencia de la ira, sino actuar para eliminarla. De no hacer esto, aumentamos la posibilidad de una recaída.
Texto adaptado del libro: “Viviendo Libre de Crisis”